Me estaba recordando, cuando me enseño a barrer mi abuelita. La forma adecuada era
de adentro hacia afuera. A nadie se le ocurriría limpiar de afuera hacia adentro, metiendo
basura al interior de la vivienda, ¿no es verdad?. Aunque se da mucho, que
principalmente para fin de año la gente se prepara a decorar sus hogares y remodelarlos,
y se esmeran más en cómo se ve por fuera la casa, es decir que la fachada se vea
llamativa, aunque no tenga la misma condición, al interior, total lo que la gente ve, es lo de
afuera, ¿no?. Ese es la manera como vivimos, poniendo más énfasis en nuestra fachada,
mucho gym y cuido personal exterior, pero sin dedicarle tiempo a cómo estamos por
dentro, emocionalmente o en nuestras relaciones con otros, en cómo nos sentimos y
menos, ocupados en una vida espiritual o relación con Dios. En Mateo 23:26 dice:”
Fariseos ciegos, limpien primero el interior del vaso, para que esté limpio por dentro y por
fuera.” Pero, de qué te sirve, invertir en embellecer tu casa por fuera, si no estas
embelleciendo tu relación con tu pareja que vive ahí contigo. De qué te sirve, tener
cuentas bancarias o negocios fructíferos si tu egoísmo, te impide, compartirlos con tus
seres queridos. De qué te sirve, tanto título universitario, si cuando hablas hieres el
corazón de tus hijos. ¿Quieres que cambie tu vida? Entonces empieza a cambiar, en tu
interior, tu forma de pensar sobre los demás, de comunicarte con otros, de actuar en
relación con otros. Te podrías sorprender, al barrer tu interior, que, de tu vecindario, tú
eres el que mayor basura tiene y saca. Antes que tu exterior se vea limpio, tu interior
deberá estarlo primero. Recuerda tu vida privada siempre se reflejará en tu vida pública.
Por eso cuida tu interior.