La silla vacía

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By Sandra Chiong

Hay momentos en la vida del ser humano, que se topa con situaciones de vacíos existenciales o
emocionales, sentimos que algo falta en nosotros, no sabes que es, pero nos sentimos vacíos.
Estos vacíos también lo experimentan los que han pasado en la vida, por la pérdida de personas
significativamente importantes, por muerte, abandono o lejanía.
Hay una silla que quedó vacía, que dejó la ausencia de alguien, quizás esto aún tiene efectos
emocionales en tu vida.
Tales como angustia, melancolía, tristeza, dolor, impotencia, frustración, miedos.
Mientras no seas consciente de que estas emociones se deben a la existencia de esta silla vacía, no
podrás resolver tus conflictos internos y estarás sumergido en tu condición de desolación, vacío,
tristeza o amargura.
Experimenté esto recientemente, mi alma y mi mente no estaban siendo conscientes de la silla
vacía, que tenía por la pérdida de mi esposo, hace casi un año, y tuvo repercusiones serias en mi
salud física, pero una vez más Dios vino a mi rescate, y comprendí que la nostalgia también puede
matarte, así como un severa depresión. Como decimos acá en mi país, yo ya di el barquinazo, mi
salud se deterioró severamente.
Porque queramos o no, lo creamos o no, los asuntos del alma, repercuten en nuestro estado físico.
Todos tenemos sillas vacías, y buscamos como llenarlas, algunos con cosas inadecuadas como
drogas, alcohol, sexo, adrenalina, numerosas relaciones afectivas, con cosas materiales etc.
Sin embargo estas maneras de hacerlo siempre traerán una consecuencia que puede ocasionarte
daños. Y tarde o temprano, te pasará la cuenta.
Efesios 1:23, parafraseando, dice, que Cristo es quien llena todo en todo momento y nos llenará
con su presencia, y él es el único que nos llevará a nuestra plenitud.
Deja que Cristo ocupe, el lugar de tu silla vacía. Vive a plenitud.

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