El legado, como concepto jurídico, es una forma de sucesión mediante la cual el difunto deja un bien o derecho a varias personas. Desde el punto de vista bíblico, se refiere a lo que un padre le dejaba como herencia a sus hijos, lo que una persona o sociedad deja en herencia a las próximas generaciones.
En términos generales, un legado puede ser constituido por cosas materiales, por valores sentimentales, morales y familiares, o bien culturales.
Una persona que anhela perpetuarse en el tiempo, debería de estar enfocada en qué tipo de legado quiere dejar a sus sucesores. Es necesario más allá de legados materiales, legados espirituales y morales.
Estimado padre o madre de familia, tu legado puede impactar positiva o negativamente a tus herederos. ¿Qué tipo de legado estás dejando o construyendo?. Un legado positivo, puede llevar a tus sucesores a niveles superiores a los que tú lograste llegar. Si preparas bien a tus generaciones, forjando su carácter, dándoles valores morales y espirituales que les servirán para enfrentar las luchas diarias de la vida.
Si por el contrario es negativo, y dejas un legado de dolor, frustración, fracasos, abandono, de amarguras, de malos recuerdos, tus sucesores corren el riesgo de no aprovechar lo que les has dejado. El ser humano, tiene una percepción selectiva, juzga su realidad basado en los filtros mentales, que se han formado con su experiencia personal, por tal razón, podrían creer “si mi antecesor no lo logró yo tampoco podré lograrlo”.
El comportamiento que mantienes hoy, determina el tipo de influencia que tengas en tus generaciones futuras. Por eso, suelta el pasado, perdona los errores de tus antecesores, reconcíliate con la vida y con tu realidad actual, y proyéctate hacia el futuro.
La palabra de Dios afirma: El Padre ama al Hijo y ha entregado todas las cosas en su mano. Juan 3:35. Dios ha dejado un legado en ti, y es hora que lo cuides.
