Santiago de Chile, (EFE).
Los incendios que son combatidos en Chile descienden este jueves a 53 y la emergencia se consolida en “fase de contención”, aunque la alerta por climatología propicia para la generación de nuevos fuegos sigue activa en el centro-sur del país, en donde la tragedia deja ya 25 muertos y más de 400.000 hectáreas calcinadas en las últimas dos semanas.
“A pesar de la situación de contención de la emergencia por los incendios mantenemos la alerta por la situación meteorológica adversa que afectará el centro del país este viernes y sábado”, aseguró hoy el subsecretario chileno de Interior, Manuel Monsalve, en una rueda de prensa.
Para este fin de semana se esperan altas temperaturas, baja humedad y vientos fuertes en las regiones de O’Higgins, Maule, Ñuble, Biobío y la Araucanía, desde el centro del país hasta el centro-sur, que es epicentro de los fuegos, donde nuevos focos pueden tener un alto potencial de convertirse en grandes incendios.
Monsalve remarcó que las medidas de seguridad se reforzarán en esas regiones con condiciones climáticas adversas, con patrullajes preventivos y puntos de control.
El último balance del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) del Ministerio chileno de Interior arroja que las regiones más afectadas por los incendios son Biobío, con 196.337 hectáreas afectada; la Araucanía, con 101.456; Ñuble, con 27.995, y Maule, con 27.995.
En un periodo estival, los fuegos queman de media cerca de 100.000 hectáreas, lo que convierte a este en uno de los peores veranos en cuanto a incendios forestales en la historia del país.
Los fuegos, además de las víctimas mortales, han destruido más de 1.500 viviendas y dejado cerca de 7.000 damnificados, mientras que los servicios sanitarios han atendido a unas 3.050 personas.
Más de 100 aeronaves siguen desplegadas en el epicentro de los devastadores incendios, junto con los miles de brigadistas, bomberos voluntarios y agentes policiales que trabajan sobre el terreno en la extinción directa de los fuegos o en la prevención de nuevos focos.
Asimismo, Monsalve confirmó que, con la mejora de la situación, los bomberos voluntarios de otras regiones del país, que se trasladaron al centro sur en el inicio de la emergencia, han comenzado a abandonar la zona para volver a sus regiones de origen.
Los incendios en Chile comenzaron a principios de febrero en las regiones del Ñuble, Biobío y la Araucanía, entre 370 y 600 kilómetros al sur de la capital.
La falta de medios -en Chile el cuerpo de bomberos no es profesional-, la mala gestión forestal en el centro-sur y las adversas condiciones climáticas aceleraron la tragedia, la más mortífera de esta naturaleza en el país.