París, 27 jul (EFE).- Javier Villanueva
“Tengo tatuadas en el pie las palabras ‘sin miedo’ para verlas antes de lanzarme al agua”.
Una falta de temor que ha permitido a la australiana Ariarne Titmus superar retos imposibles, como cuando en 2019 derrotó a la hasta entonces invencible Katie Ledecky en la final de los 400 libre de los Mundiales de Gwangju.
O como dos años más tarde, cuando la oceánica volvió a ganar no una, sino dos veces a Ledecky, la nadadora más laureada de la historia, para coronarse campeona olímpica de los 200 y 400 libre en los Juegos de Tokio.
Ausencia de miedo que convirtió a Titmus en la primera mujer en romper la barrera de los 3:56 minutos en los 400 libre tras imponerse a Katie Ledecky y al joven prodigio canadiense Summer McIntosh en los Mundiales de Fukuoka 2023 con un estratosférico récord del mundo de 3:55.38.
Plusmarca que la australiana, que cumplirá 24 años el próximo mes de septiembre, situó este sábado en una nueva dimensión tras volver a vencer a la estadounidense y a la canadiense, en los que no pocos habían calificado de la carrera del siglo, con un tiempo de 3:57.49 minutos.
Un triunfo incomprensible sin la falta de temor que mostró Ariarne Titmus para apostar por una arriesgada estrategia de carrera en la que nadó a ritmo de vértigo los primeros 200 metros de la prueba.
Operada de dos tumores benignos
Sólo una vez parece haber tenido miedo la nadadora de Tasmania, cuando en septiembre de 2023 tuvo que pasar por el quirófano para estirparle dos tumores benignos de un ovario.
Unos bultos que los médicos detectaron por casualidad cuando se sometió a una resonancia magnética para tratar de averiguar el origen de unas molestias que arrastraba desde hacia algún tiempo en la cadera.
“En esos momentos piensas en el peor escenario posible. Me aterrorizaba la posibilidad de perder el ovario o que pudiera tener consecuencias que afectaran a mi deseo de tener hijos algún día”, comentó Titmus tras ser intervenida.
Intervención de la que la nadadora australiana salio fortalecida, ya que como ella mismo reconoció, le sirvió para aprender “más sobre ella misma y su cuerpo” que nunca.
Un crecimiento personal que le ha permitido, como ha recalcado una y otra vez Ariarne Titmus desde entonces, convertirse en una mejor nadadora.
“He crecido mucho como persona fuera de la natación en estos últimos años y eso me ha convertido en una mejor nadadora, en una deportista más completa. Siento que soy una nadadora más inteligente”, explicó la oceánica.
Una admiradora confesa de Rafa Nadal
Paso adelante que ha permitido a Titmus, una admiradora confesa del tenista español Rafael Nadal, al que ha señalado como uno de sus modelos a seguir, alcanzar cotas que parecía inimaginables.
Como ya anticipó el pasado mes de junio en las pruebas de selección australianas en las que se quedó a tan sólo 6 centésimas de su entonces récord del mundo de los 400 libre y firmó una nueva plusmarca universal -1:52.23- de los 200 libre.
Logros que Ariarne Titmus dejó claro que eran simples pasos intermedios antes de dar alcanzar su punto culminante en los Juegos Olímpicos de París, donde este sábado reclamó la corona de “reina” de la natación mundial con un oro en los 400 libre al que intentará añadir otros tres más en los 200 libre, los 800 y el relevo 4×200.