El día a día en la vida, nos puede llenar de mucha cargas y preocupaciones laborales, emocionales, familiares y demás, que nos desmotivan y roban el ánimo. Esto es lo que se conoce como desánimo. Este es la ausencia de ánimo, motivación, entusiasmo, esperanza, y aun del coraje o valentía para enfrentar las situaciones de la vida.

Este sentimiento, es crucial porque puede afectar nuestro desempeño diario, pues al estar abatidos y decaídos, repercutirá en la manera
como percibimos la vida, es decir nuestros pensamientos, y estos a su vez, afectarán nuestras acciones y las decisiones. Este puede frenar tu avance, detener tus planes, puede llevarte al fracaso total. El desánimo es como una la llanta ponchada, esa que perdió su aire, por la razón que sea, pero que le impedirá al vehículo avanzar. Al andar por ahí, con la llanta ponchada, se dañará el neumático, y cuidado la llanta completa.

Con la llanta ponchada no llegarás lejos, deberás tomar tiempo para revisar tu llanta, cambiarla, repararla, etc, si quieres llegar a tu destino. Así mismo, si por algún motivo, estas desanimado, has perdido el sentido de la vida, y la motivación para levantarte cada mañana, te invito a que tomes un nuevo aliento, ese que viene de Dios, Hechos 27:25 dice “Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho”.

Acá el apóstol Pablo y una embarcación, quedan a la deriva, por una tormenta, ellos como Ud. anhelaban llegar a un destino, pero “la llanta ponchada” se los impedía, sin embargo, él dice, cobren ánimo, porque el que pone su confianza en Dios, con seguridad llegará a su destino, porque esa es la voluntad de Dios para ti. Ánimo, se vale descansar
un poco, las paradas estratégicas son importantes para recobrar el ánimo, pero no te detengas
hasta que hayas llegado a ese destino.
